sábado, 14 de junio de 2014

El rugido del tigre

Oswald subió al aeroplano que lo conduciría hasta Madhya Pradesh para matar a Abú, el mítico tigre blanco de bengala.

Desde su niñez, aquel hombre había escuchado cientos de leyendas que hablaban sobre la criatura. Algunos decían que se trataba de un ser inmortal, otros que provenía de lo más profundo del infierno y finalmente había quienes lo consideraban como un animal común y corriente.
Aunque la caza de animales exóticos está prohibida y sobre todo es mal vista por la mayoría de la población mundial, Oswald hizo uso de sus influencias para poder llegar a la jungla sin ser molestado y así tener la oportunidad de cazar a su presa.
Yo fui el encargado de transportarlo hasta las afueras de la zona prohibida. Lo dejé ahí, no sin antes lanzarle una advertencia:
- Por favor señor, no cruce esa línea, si Abú se da cuenta de que viene a cazarlo, lo destruirá.
- Déjate de leyendas muchacho, ese pobre animal tiene los días contados.
Oscureció en un instante, el viento empezó a soplar de tal manera que a Oswald se le pusieron los cabellos de punta. Tenía tanto miedo que sacó su escopeta y le apuntaba a todo lo que parecía algo viviente.
De repente, una luz intensa hizo que girara la cabeza rápidamente. No podía creer lo que estaba mirando, ante sus ojos se encontraba un gigantesco tigre blanco de enrojecidas pupilas.
Se aprestó a disparar, más quedó boquiabierto cuando la bestia comenzó a caminar en dos patas y cambió su aspecto a uno humanoide.
Absolutamente inmóvil, con una mirada de completo terror, sólo pudo sentir como el tigre cortaba su cuello lentamente con una de sus garras. Se desangró y su cuerpo fue devorado por la criatura.
¿Que cómo lo sé? Es que yo soy Abú.

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